sábado, 25 de febrero de 2012

El valor del respeto, sus fundamentos y sus matices

El valor del respeto, sus fundamentos y sus matices


El respeto es uno de los valores a inculcar sobre todo en en aula de clase donde muchas veces convergen personas de distinta clase social, de distinto origen social, de distinta formación cutural, etc.


Hablar de respeto es hablar , en  modo implícito,  de la dignidad de la persona, empezando por conocer la propia dignidad, entendiéndola como aquello que nos hace realmente personas y nos distingue del resto de los animales o seres vivos.


El ser humano es aquel que puede obrar por voluntad propia, o sea en libertad; puede dirigirse al bien y puede tener dominio sobre sus actos.


Si queremos sintetizar el fundamento de la dignidad de la persona, lo podemos hacer condensándolo en  tres puntos:

  • autonomía
  • interioridad
  • elevación, que la coloca por encima de todo cuanto existe.
Sin embargo la persona puede empequeñecer su dignidad al punto de degradarse pero sin dejar de ser persona en ningún caso y sin perder en ningún momento el derecho a ser respetada.


Tomás Melendo distingue entre:

  • Dignidad ontológica:  que toda persona posee por el hecho de serlo, independientemente de sus actos.
  • Dignidad moral, que se añade a la anterior cuando la persona se comporta conforma  a su dignidad, degradándose y perdiendo fuerza moral sobre otros pero jamás su dignidad ontológica.
El respeto a la persona se basa en la dignidad ontológica, aunque tal vez este respeto no necesariamente  implique el respeto ni la aprobación de sus actos.


Cuando la dignidad moral se viene abajo la persona pierde algunas prerrogativas que jamás pierde una persona en la que dignidad ontológica y moral se fusionan perfectamente. Así por ejemplo un docente que ha violado uno de los puntos de disciplina, por poner un ejemplo, con ello lede su dignidad como docente y como persona y puede y debe ser destituido de su cargo temporal o perpetuamemente, etc.; en este caso pierde el derecho de seguir ejerciendo la carrera docente, y al sancionarlo  simplemente se le está aplicando el castigo debido, con miras a que se corrija sin faltarle por ello el respeto. 


Cuando se pierde el principio de autoridad, y el profesor trata mal al alumno y estos toman la venganza por sus propias manos, como hace poco veíamos que había sucedido en una ciudad de América, el docente de hecho había perdido toda autoridad sobre los alumnos pero ello no autorizaba a estos últimos a faltarle el respeto de ese modo. 


Hay canales para denunciar, hay formas de presentar un reclamo, siempre dentro de los parámetros que impiden que aún en medio de la peor falta, o la peor degradación moral en la que alguien pueda caer, que lleva consigo la degradación de su propia persona, haya siempre un ingrediente de respeto, el cual no debe faltar. 


La razón podría sugerirnos lo contrario, pero asumir un comportamiento degradante frente a quien ya se degradó, nos degrada a nosotros mismos y  nos pode en un nivel sino igual, tal vez inferior al del que ha delinquido.

Es preciso tener esto en claro a fin de que no se cruce jamás la línea que nos mantiene dentro del respeto, el cual se debe proteger cuidadosamente y ser inculcado a quienes están bajo nuestra tutela docente.







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