sábado, 25 de febrero de 2012

Educar en valores

Educar en valores

Algo que consideramos valioso es una realidad a la cual no se puede poner precio, así es valioso: el recuerdo de los primeros pasos de nuestro hijo, el Crucifijo ante el cual solía rezar nuestra madre, etc.
Del mismo modo cuando hablamos de valores estamos hablando de realidades que tienen un valor y que por tanto deben existir, deben darse, deben regir nuestras vidas, deben promoverse.
Los valores son un algo cuya grandeza percibimos al entrar al contacto con ellos.
Cabe señalar que valioso no es sinónimo de útil, aunque a veces se los confunda. Cuando esto sucede es porque entre el valor y la persona se ha infiltrado algún interés que hace que la persona no vea claro lo que es valioso y le dé este nombre a realidades que no lo son.
Por ejemplo en el régimen nacista era considerado util y valioso a la vez el exterminio de todo aquel que no tenía rasgos arios. El genocidio era para ellos un valor dado que les era útil para sus fines. Pero el genocidio no es ni será nunca un valor, sin embargo para una mente utilitarista que se fija en los resultados sin importar los medios tal equiparamiento puede darse,y efectivamente se dio en este caso concreto y se ha dado tantas otras veces y está además en la base de la crisis de valores en la cual nos encontramos.
El valor en cambio, el valor en sí, es ajeno a intereses y a subjetivismos que conducen a los tan malsanos reduccionismos. El valor es algo bueno, y querido como fin y nunca como medio.
En otras palabras el valor es aquello que percibimos como bueno y que buscamos por sí mismo, sin que medie entre el valor y yo algún interés.
Por otro lado no todos percibimos los valores, hay quienes ante un gesto humanitario por ejemplo, ni se inmutan; y hay quienes lo perciben  dentro de sí, incluso hasta la conmoción más profunda.
La educación en valores por tanto iría en esta dirección, en la de educar la sensibilidad para percibir lo bueno,en tocar las fibras más profundas de la persona para que los perciba; pero no se trata sólo de despertar buenos sentimientos pues éstos son tan inestables como el mar,
se trata mas bien de que de esta conmoción inicial que abre, digamos así,  la entraña para que entre lo bueno, la persona pase a tratar de entender el contenido del por qué de la bondad de éste o aquel valor, es decir que los entienda y que luego los busque y promueva en primer lugar dentro de sí para luego difundirlos entre los demás.




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