sábado, 25 de febrero de 2012

Aprender a Aprender

Aprender a Aprender





Siguiendo la temática del pensamiento crítico, desarrollado en el artículo anterior, que a su vez era un intento de dar respuesta a cómo enfrentar como docentes la “cultura de la imagen” en la que estamos inmersos. Nos detendremos sobre lo que significa APRENDER A APRENDER.

Antes daremos algunas anotaciones sobre el pensamiento crítico que se añaden a lo ya dicho sobre él.

Decíamos que el uso de éstas o aquellas estrategias que encontremos para desarrollar el pensamiento crítico dependen de la pericia del maestro, mas ahora señalamos también que ellas dependen mucho de la materia que se imparte, del tipo de alumnos a los que se enseña y de una fuerte exigencia tanto de parte del profesor como de parte del alumno.Por otra parte el pensamiento crítico requiere ciertas habilidades, destacamos algunas:

• Antes de emitir un juicio sobre algo buscarán informarse lo más posible sobre ese determinado tema.

• Tendrán una mente abierta para escuchar las distintas opiniones sin aferrarse tercamente a la propia.


• Captará si en el tema que tiene entre manos hay una lógica, es decir una exposición clara y coherente de las ideas.


• Trabajarán ordenadamente, sabiendo ir de lo más importante (esencial) a lo particular.


• Será honesto, sabiendo reconocer los propios errores por un lado y los aciertos del otro. Esta honestidad es fundamental, pues sin ella no habrá estrategia que sirva. En otras palabras en todo momento en el trabajo intelectual se precisa de una buena dosis de humildad.

Hay quien considera que para el desarrollo del pensamiento crítico es fundamental LA PREGUNTA.

Esta debe ser clara y precisa.

Clara: porque hay que formularla de modo que fácilmente se entienda a dónde apunta la cuestión.

Precisa: tocará un punto concreto, fácilmente detectable, y no permitirá ambigüedades.

Hay quien añade a la pregunta otros elementos, tales como:

Conversar: saber transmitir las dudas, opiniones, hipótesis, lo que requiere de una “Educación de la Comunicación”.


Leer: para saber trabajar sobre una materia es necesario conocerla bien y para conocerla bien es preciso captar su contenido mediante una lectura bien hecha.


Escribir: redactar el proceso seguido y las conclusiones adquiridas, en orden y con claridad.


En pocas palabras, el pensador crítico posee:

un pensamiento auto dirigido (piensa por sí solo, posee en sí el deseo de saber)
un pensamiento auto disciplinado (sabe cómo manejar su pensamiento porque lo conoce)
un pensamiento auto correctivo (se trata de la humildad que mencionábamos hace poco, que le lleva a que solo, corrija las preconcepciones que podía tener respecto a un determinado tema).

Aprender a aprender
Todas las pautas dadas anteriormente son posibles gracias a una habilidad fundamental: el Aprender a aprender (o Aprender a conocer, Delors en “La educación encierra un tesoro”).

Frida Díaz Barriga la define del siguiente modo:
“Aprender a aprender implica la capacidad de reflexionar en la forma en que se aprende y actuar en consecuencia, autorregulando el propio proceso de aprendizaje mediante el uso de estrategias flexibles y apropiadas que se transfieren y adaptan a situaciones nuevas”.

El aprender a aprender acompaña al desarrollo del pensamiento crítico.
Se puede hablar del proceso de conocer, pero sólo yo, en primera persona puedo hablar de MI proceso de conocer, y sólo yo sabré aplicar las estrategias adecuadas, correctamente, en el momento justo para lograr juicios propios.
Hablar de juicios propios no es sinónimo de verdades propias, sino de recibir lo transmitido, pasándolo por el tamiz del intelecto, a fin de que percibamos lo bueno, lo carente, lo erróneo, el contexto, lo acertado, etc. de lo que se nos da.

Se trata de ser activos, no para crear verdades sino para abrirnos a ella o para renunciar a nuestros juicios preconcebidos acogiendo los nuevos que se nos presenten, cuya lógica hemos sabido calibrar.

Requiere de una autorreflexión mediante el cual el intelecto se observe a sí mismo, para conocerse y entenderse y saber cómo usarlo adecuadamente. Supone en primer término el ejercicio de la atención, la memoria y el pensamiento.

Desde la infancia el joven debe aprender a concentrar su atención en las cosas, en las personas.

El ejercicio de la memoria, por otro lado, sigue vigente, no ha perdido su valor, pese a que poseemos tecnología que almacena una enorme cantidad de información es preciso continuar con el “aprender de memoria”, pero debe cultivarse la memoria almacenando datos de manera significativa.
El desarrollo del pensamiento debe ir de lo concreto a lo abstracto, de lo que se ve a sacar de ello una idea, un principio, una enseñanza.

Información masiva
Mientras por un lado nos llega cantidad de información, por otra el sujeto está cada vez más desprovisto para asimilarla ya sea por la velocidad con que éstas llegan y se van, ya por la cantidad de las mismas, ya porque el modo en que las recibimos es sobretodo visual.

En este contexto el aprender a aprender es un imperativo, sin el cual no hay educación, pues generalmente el sujeto no está preparado para interactuar con la información que le llega, por estar habituado a recibirla simplemente sin someterla antes a un proceso.

Esto exige de los profesores una mayor dedicación y preparación personal para dar a cada alumno el medio adecuado para trabajar la información que le llega y para sacar de ella conclusiones propias.

La información masiva no hace diferencia entre niños o adultos, entre este joven o aquel. El docente sí debe tratar a cada uno de modo personal.
Cada uno tiene un proceso, cada uno debe conocer su proceso cognitivo y el maestro debe saber adaptarse a él. Sólo los medios de comunicación son considerados medios de comunicación masivos, la educación no es ni debe ser jamás masiva.

Hoy más que nunca la educación debe ser espontáneamente personalizada.



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