sábado, 25 de febrero de 2012

Educar en valores

Educar en valores

Algo que consideramos valioso es una realidad a la cual no se puede poner precio, así es valioso: el recuerdo de los primeros pasos de nuestro hijo, el Crucifijo ante el cual solía rezar nuestra madre, etc.
Del mismo modo cuando hablamos de valores estamos hablando de realidades que tienen un valor y que por tanto deben existir, deben darse, deben regir nuestras vidas, deben promoverse.
Los valores son un algo cuya grandeza percibimos al entrar al contacto con ellos.
Cabe señalar que valioso no es sinónimo de útil, aunque a veces se los confunda. Cuando esto sucede es porque entre el valor y la persona se ha infiltrado algún interés que hace que la persona no vea claro lo que es valioso y le dé este nombre a realidades que no lo son.
Por ejemplo en el régimen nacista era considerado util y valioso a la vez el exterminio de todo aquel que no tenía rasgos arios. El genocidio era para ellos un valor dado que les era útil para sus fines. Pero el genocidio no es ni será nunca un valor, sin embargo para una mente utilitarista que se fija en los resultados sin importar los medios tal equiparamiento puede darse,y efectivamente se dio en este caso concreto y se ha dado tantas otras veces y está además en la base de la crisis de valores en la cual nos encontramos.
El valor en cambio, el valor en sí, es ajeno a intereses y a subjetivismos que conducen a los tan malsanos reduccionismos. El valor es algo bueno, y querido como fin y nunca como medio.
En otras palabras el valor es aquello que percibimos como bueno y que buscamos por sí mismo, sin que medie entre el valor y yo algún interés.
Por otro lado no todos percibimos los valores, hay quienes ante un gesto humanitario por ejemplo, ni se inmutan; y hay quienes lo perciben  dentro de sí, incluso hasta la conmoción más profunda.
La educación en valores por tanto iría en esta dirección, en la de educar la sensibilidad para percibir lo bueno,en tocar las fibras más profundas de la persona para que los perciba; pero no se trata sólo de despertar buenos sentimientos pues éstos son tan inestables como el mar,
se trata mas bien de que de esta conmoción inicial que abre, digamos así,  la entraña para que entre lo bueno, la persona pase a tratar de entender el contenido del por qué de la bondad de éste o aquel valor, es decir que los entienda y que luego los busque y promueva en primer lugar dentro de sí para luego difundirlos entre los demás.




El valor del respeto, sus fundamentos y sus matices

El valor del respeto, sus fundamentos y sus matices


El respeto es uno de los valores a inculcar sobre todo en en aula de clase donde muchas veces convergen personas de distinta clase social, de distinto origen social, de distinta formación cutural, etc.


Hablar de respeto es hablar , en  modo implícito,  de la dignidad de la persona, empezando por conocer la propia dignidad, entendiéndola como aquello que nos hace realmente personas y nos distingue del resto de los animales o seres vivos.


El ser humano es aquel que puede obrar por voluntad propia, o sea en libertad; puede dirigirse al bien y puede tener dominio sobre sus actos.


Si queremos sintetizar el fundamento de la dignidad de la persona, lo podemos hacer condensándolo en  tres puntos:

  • autonomía
  • interioridad
  • elevación, que la coloca por encima de todo cuanto existe.
Sin embargo la persona puede empequeñecer su dignidad al punto de degradarse pero sin dejar de ser persona en ningún caso y sin perder en ningún momento el derecho a ser respetada.


Tomás Melendo distingue entre:

  • Dignidad ontológica:  que toda persona posee por el hecho de serlo, independientemente de sus actos.
  • Dignidad moral, que se añade a la anterior cuando la persona se comporta conforma  a su dignidad, degradándose y perdiendo fuerza moral sobre otros pero jamás su dignidad ontológica.
El respeto a la persona se basa en la dignidad ontológica, aunque tal vez este respeto no necesariamente  implique el respeto ni la aprobación de sus actos.


Cuando la dignidad moral se viene abajo la persona pierde algunas prerrogativas que jamás pierde una persona en la que dignidad ontológica y moral se fusionan perfectamente. Así por ejemplo un docente que ha violado uno de los puntos de disciplina, por poner un ejemplo, con ello lede su dignidad como docente y como persona y puede y debe ser destituido de su cargo temporal o perpetuamemente, etc.; en este caso pierde el derecho de seguir ejerciendo la carrera docente, y al sancionarlo  simplemente se le está aplicando el castigo debido, con miras a que se corrija sin faltarle por ello el respeto. 


Cuando se pierde el principio de autoridad, y el profesor trata mal al alumno y estos toman la venganza por sus propias manos, como hace poco veíamos que había sucedido en una ciudad de América, el docente de hecho había perdido toda autoridad sobre los alumnos pero ello no autorizaba a estos últimos a faltarle el respeto de ese modo. 


Hay canales para denunciar, hay formas de presentar un reclamo, siempre dentro de los parámetros que impiden que aún en medio de la peor falta, o la peor degradación moral en la que alguien pueda caer, que lleva consigo la degradación de su propia persona, haya siempre un ingrediente de respeto, el cual no debe faltar. 


La razón podría sugerirnos lo contrario, pero asumir un comportamiento degradante frente a quien ya se degradó, nos degrada a nosotros mismos y  nos pode en un nivel sino igual, tal vez inferior al del que ha delinquido.

Es preciso tener esto en claro a fin de que no se cruce jamás la línea que nos mantiene dentro del respeto, el cual se debe proteger cuidadosamente y ser inculcado a quienes están bajo nuestra tutela docente.







Uso del castigo en la educación

Uso del castigo en la educación


Un reforzante es algo que incentiva una acción. El premio es un reforzante positivo. Existe el reforzante negativo que en vez de reforzar disminuye la fuerza de una acción, le quita vigor, en este caso reforzaría la conducta contraria a la no deseada.

Si bien el castigo ha sido criticado y sancionado, sobre todo cuando se trataban de castigos físicos o psicológicos, el docente o mejor dicho la docencia en general, no ha podido prescindir de ellos.
Ahora bien, el castigo debe ser usado como un medio para disminuir conductas inapropiadas, por ello ha de seguir las siguiente pautas

  • Debe ser aceptado por los dos -alumno y docente- como un modo de restablecer el orden quebrantado, es decir debe precederle un diálogo amical.
  • Debe haber un reconocimiento de ambas partes de ha habido una orden quebrantado.
En la aplicación del castigo, en ambas partes debe haber el amargor pero a la vez la necesidad de aplicarlo, de este modo profesor y alumno seguirán siendo amigos y el alumno no quedará con la sensación de que el profesor ha ejercido despóticamente sobre él del poder que goza.
En suma: el castigo ha de ser aplicado en un ambiente positivo en el que el alumno reconoce la necesidad de la sanción, por ello el castigo ha de ser:
  • Adecuado a la falta y a la persona.
  • Breve pero eficaz.
  • Que se sepa de antemano los parámetros de conducta dentro de los cuales el colegio actúa  y que  son aprobados por padres y alumnos al momento de la matrícula.
Se ha de procurar evitar:
  • Que el alumno sea apartado de la actividad escolar.
  • Que se le encomienden tareas totalmente inútiles.
  • Que sean desproporcionadas a la falta.
  • Que duren mucho tiempo.
Y como añadidura valgan las palabras de Gabriela Mistral:
Que corrija con dolor, para saber que he corregido amando.




Enseñar a aprender

Enseñar a aprender


El objetivo intelectual último del docente no es ser claros explicando, sino lograr que sus alumnos aprendan.


Evidentemente ser un buen emisor es un objetivo importante, pero no es suficiente. El profesor debe asegurarse, por seguir con el ejemplo, que está en la misma onda que el receptor.


Hay muchos escrito sobre la necesidad de ser un buen comunicador, pero son todavía muchos, especialmente en la secundaria o en el bachillerato y en la universidad, los que sólo se esfuerzan en exponer con claridad  y limitan la observación de los asimilado a unos exámenes más o menos distanciados. Aprender, para ellos, es un problema del alumno.


Las posibilidades del alumno son muy superiores a las que habitualmente ejercita; en esta convicción se apoya la educación temprana. El alumno, desde el nacimiento hasta los once años, se encuentra en una disposición extraordinaria para el aprendizaje. Sin caer en tesis conductistas, es un hecho probado que el alumno normal, con una motivación adecuada , tiene una capacidad de asimilar muy superior a lo que habitualmente pensábamos.


El comienzo de la secundaria es un momento decisivo en la vida del alumno. Se requieren una serie de hábitos, virtudes, valores y destrezas sin las cuales su desarrollo intelectual se vería frenado. Estos factores, si bien continuarán desarrollándose ahora, se han debido cultivar desde años atrás. 


Se ha trabajado bastante y se han abierto caminos importantes en los métodos de enseñar a pensar. Todo esto, siendo muy necesario, debe ir acompañado de un desarrollo sistemático y progresivo de educación de la voluntad que permita realizar el esfuerzo que ineludiblemente requieren estos métodos.


Se ha estudiado mucho el proceso de aprendizaje, pero se ha insistido poco en el querer aprender. Quizá se daba por supuesto que una motivación más o menos explícita sería suficiente para que el alumno desarrollase este esfuerzo. 


Objetivo imprescindible del profesor de secundaria debe ser enseñar a pensar, y por tanto, los métodos de evaluación deben estar en consonancia con este objetivo. Irreflexivamente es muy frecuente la inadecuación entre lo que se dice querer enseñar y lo que se evalúa. Generalmente se dedica poco tiempo a preparar los métodos de evaluación y en muchas ocasiones el examen no guarda relación con lo que decimos que queremos alcanzar.


Las técnicas de estudio no son un conjunto de fórmulas para explicar por el tutor en su tiempo de formación. Tampoco tiene mucho sentido organizar un cursillo para exponerlas. Deben estar impregnando las asignaturas. Deben formar parte de la programación ordinaria, con especial hincapié en aquellas más necesarias en nuestra área.


Un centro de secundaria que no se plantee como objetivo prioritario enseñar a pensar está desaprovechando el tiempo. 


Los centros integrados tienen la gran ventaja en la posibilidad de coordinar en un mismo centro todo el plan de formación intelectual y evolutivo que se debe transmitir -lograr que se asimile-, desde el comienzo de la vida escolar hasta el umbral del universitario.



Filantropía vs. responsabilidad social

Filantropía vs. responsabilidad social

La practica de la filantropía
La palabra filantropía, es de larga data, se remonta a la época romana,  proviene del griego y significa amor por el hombre. Su práctica ha sido un continuum a lo largo de la historia de la humanidad pero se la ha ido asociando a una ayuda que promueve un status quo,  un alivio de situaciones, a una ayuda muy superficial que soluciona los males del momento sin llegar a la raíz del mismo. En general la filantropía ha sido vista por muchos como una práctica no deslindada del beneficio personal, a una ayuda no gratuita ni altruista; aunque no falta quien siga usando el término en buen sentido y así por ejemplo de habla de filantropía social, de filantropía comunitaria, pero es preciso hablar hoy de responsabilidad social, dado que este último término ha sido acuñado justamente para presentar una forma de ayudar renovada, mejorada, con un nuevo cariz, marcado por la impronta de la donación.
El hombre ser social
Ningún hombre es una isla (Jhon Donne). La comunidad no es un lujo casual o superfluo, sino algo absolutamente necesario. Los seres humanos no pueden vivir y desarrollarse aislados como Robinson Crusoe, ya que la mayor parte de los bienes humanos no se alcanzan en solitario. La vida sólo puede conservarse en una especie de familia, con la ayuda de los demás.
El vivir en sociedad, indica en un sentido real, que la comunidad compensa nuestras limitaciones individuales, haciendo posible o al menos intentándolo, la consecución de propósitos que ninguno de nosotros podría realizar por sí solo.
Es un error ver a la comunidad humana como una entidad que  engulle al individuo, negando así su responsabilidad y su individualidad.
La sociedad, si desea conservar su verdadera naturaleza, no debe de ninguna manera negar al individuo, pues ella sienta sus bases en el compromiso compartido que surge de elecciones personales, por medio de las cuales cada individuo carga su propia responsabilidad de realizar los valores que conducen  a que distintas personas constituyan una  comunidad (Cruz Prados, p. 68).
Es decir, la comunidad brota de elecciones libres y personales de vivir ciertos valores que permiten que los hombres se aúnen y en cohesión busquen su desarrollo y el de la sociedad a la que pertenecen.
Lo que caracteriza al hombre como persona es la capacidad de participar personalmente en un bien común, de participar voluntariamente y responsablemente, con impulso propio y en nombre propio, en un bien que trasciende su bien individual. Al hombre le es posible participar en su realización y posesión de manera consciente, activa e intencional. Es de aquí, de este tipo de hombre, de donde brota la democracia (=gobierno del pueblo) la cual se compone de ciudadanos, los cuales son individuos que pueden actuar como sujetos activos de la vida política (García, p. 176).
Sin personas que asuman en primer lugar sus deberes personales no puede de ninguna manera brotar la comunidad, la sociedad; con individuos replegados egoístamente sobre sí, solo surge una agrupación de individualidades, donde al fin cada uno busca su bien personal sin preocupación por el otro; la comunidad humana sólo puede brotar de la unión de sujetos que asumen sus obligaciones, sobre todo aquella de estar atento al otro. Actitud que no es fácil si antes no se han encarnado, como resultado de la práctica constante de los mismos, ciertos valores que disponen a la persona a estar atento al otro, como son por ejemplo: la gratitud, el perdón, la empatía, la solidaridad, etc.
El hombre ser donal
Sin embargo el hombre no solo precisa de los demás, el hombre necesita además darse a los demás. Su capacidad de donación es enorme, y en ella encuentra su realización plena.
La naturaleza del hombre como ser donal, manifiesta su capacidad de trascendencia que se opone al  individualismo reinante que busca sólo los comportamientos que reporten un beneficio personal, dado que el hombre es capaz de olvidarse de sí y darse a los demás en gratuidad plena, y en esa entrega generosa encontrar la felicidad, la cual radica justamente en la donación de sí, que podría parecer antagónica al progreso personal, pero que en realidad es el requisito sine qua non puede el hombre llegar a una madurez plena.
El don sobrepasa   la lógica del deber y del derecho. Entre el que dona y el que recibe no existen ni derechos ni deberes, porque si fuese así no se podría hablar de don. Es la gratuidad lo que caracteriza al don (Casadei, p. 123,2005) [1].
Creerse autosuficiente ha inducido al hombre a confundir la felicidad con formas obtusas  de bienestar material y de actuación social, en las que prevalecen el yo y sus necesidades, obnubilando e incluso atrofiando de este modo, la capacidad humana de la entrega gratuita d e sí.
El sentido de la responsabilidad
La palabra responsabilidad proviene del latín respondeo, cuyo significado es responder.
A partir de la etimología, se colige que este término indica la capacidad del ser humano de rendir cuenta de sus actos.
El poder rendir cuenta, a su vez, saca a la luz a un sujeto que al actuar sabe lo que hace y porqué lo hace, lo que en otras palabras se denomina libertad; hablar de hombre libre es hablar de un sujeto que posee inteligencia y voluntad: inteligencia para saber lo que se debe hacer y voluntad para hacerlo aun cuando los sentimientos vayan en contra; por otro lado señala la existencia de ciertos deberes de cuyo cumplimiento el hombre debe responder.
Todo esto nos lleva a la conclusión de que el hombre posee  obligaciones, las cuales debe asumir y de las cuales debe rendir cuenta; pero estas obligaciones no deben ser vistas como algo impuesto sino como algo  a lo que el hombre está naturalmente inclinado, lo cual hemos dejado en claro el  hablar del aspecto donal del ser humano, en cuya realización haya su felicidad.
La responsabilidad social
La responsabilidad de la que hablábamos en el titulo precedente no la posee el hombre únicamente en particular, sino también colectivamente, este es otro de los motivos de la creación de la expresión responsabilidad social, la cual quiere indicar una
 responsabilidad que el hombre posee frente a su entorno (que incluye personas y cosas) por el cual se preocupa y por el cual trabaja para mejorarlo, y para dejar un legado a los que vendrán después de él, no por obligación sino libremente, como parte de su naturaleza humana donal, que le lleva a darse y no a cerrarse en sí, pero esta responsabilidad además de asumirla a título personal, la asume también como miembro de una familia, de una sociedad, de una nación, de una institución. etc.
Asistimos en el ámbito económico al desarrollo de la idea de responsabilidad social empresarial que busca orientar la responsabilidad de la gestión de las empresas no sólo frente a sus propietarios, sino también frente a sus trabajadores, a sus clientes, a la comunidad local en que está inserta y también, no menos importante, frente a la naturaleza y la preservación de sus recursos.
Con los mismos términos pero en el mismo sentido hay que aplicarlo al terreno educativo.
La responsabilidad social puede verse bajo cuatro formas:
·         Cumplimientos de las leyes.
·         Hacer lo justo, equitativo y correcto más allá de lo que la ley exige.
·         Hacer las cosas respetando todo aquello que rodea el ámbito en el que nos desenvolvemos.
·         Contribuir a mejorar la calidad de vida de la comunidad a la que pertenezco [Ferrell y Fraedrich] (Montuschi, 2009, pp. 19 – 20).
Al hablar de responsabilidad social encuadrándolo en el ámbito de la educación, es obvio que el aspecto de ésta que nos interesa es el cuarto.
Lo primero que hay que señalar son los principios básicos que deben guiar la actuación de ésta:
·         No seas individualista al actuar a favor de un bien como respuesta a sentimientos de entusiasmo o impaciencia.
·         No dejes que los sentimientos de inercia te impidan actuar para el bien.
·         En respuesta a los sentimientos, no actúes o dejes de actuar a favor de alguien por motivos de preferencia, a menos que la preferencia sea requerida por el bien hacia los demás.
·         No actúes con hostilidad en detrimento de ningún bien humano fundamental.
·         No actúes movido por sentimientos de aversión, salvo para evitar algún otro mal diferente de la tensión de soportar aquello.
·         No busques satisfacer deseos emocionales por ellos mismos, sino como medio para la persecución o logro de algún bien intangible.
·         No actúes a favor de la ilusión de participar de un bien prefiriendo esto a la realidad de hacerlo (Sánchez-Migallón, 2008, pp. 72-73).
En pocas palabras: para practicar la responsabilidad social, no es preciso tener los sentimientos a favor o en contra, simplemente hay que ejercerla.
Aunque parezca antagónico la responsabilidad social es una exigencia que debe empezar en el sujeto mismo, bien decía Gandhi: tú debes ser el cambio que quieres ver en los demás.
Si queremos educar para la responsabilidad social es preciso lograr que en primer lugar cada educando cumpla consigo mismo, cultivando valores y virtudes que le hagan crecer como persona (madurez) y en este crecimiento vendrá como por añadidura la apertura a su entorno, pues sólo quien sabe lo que significa renovación personal no se quedará tranquilo hasta no ver una renovación también en lo que le rodea.
Claro que para renovarse y madurar hace falta cabeza y corazón. Si un barco vacío vaga por el mar, es que una catástrofe o un saqueo le han dejado sin proyecto ni rumbo alguno. Uno de los grandes problemas de nuestro tiempo es que muchos están interiormente vacíos y por lo tanto tienen que aferrarse a promesas y narcóticos, que después dejan una sensación de vacío en su interior.
Responsabilidad social requiere de personas interiormente llenas de valores; habrá que inculcarlos, que enseñarlos y sobre todo demostrarlos que es posible vivirlos y ser feliz con ellos, palabras ilustran, ejemplos arrastran.

Qué reto y  responsabilidad para nosotros docentes.





Las diversas Teorías de la Motivación

Las diversas Teorías de la Motivación


Existen un sinnúmero de teorías sobre la motivación que llegamos a conocer en capacitaciones o cursos direccionados a lo que se refiere a Administración educativa, al  tema de liderazgo y manejo de aula.



Presentamos sucintamente algunas de ellas:

La teoría monista de Taylor: el hombre trabaja por la recompensa económica.

Teorías de enfoque conductista (Elton Mayo, Roetlisberger y otros): la  motivación se da por el reconocimiento y satisfacción de las necesidades sociales, del sentimiento de utilidad y de la importancia del trabajo.

Las teorías pluralistas por su parte afirman que la motivación se produce por diversos factores que la empresa debe tener en cuenta, es decir la empresa debe incluir dentro de sus objetivos los objetivos propios e individuales de sus colaboradores.

Es conocida la Teoría de Maslow con su presentación jerárquica de las necesidades, donde la satisfacción de una necesidad inferior llevará a satisfacer la siguiente en la escala.

La teoría motivación-higiene (Fredick Herzberg) hace una división de los incentivos. Los primeros de éstos (higiénicos=ambiente) no generan motivación sino un stand by,  no aumentan la capacidad productiva, solo evitan pérdidas. Los factores motivacionales = satisfactores generan un sentimiento de realización, desarrollo profesional y reconocimiento que pueden generar un aumento de la capacidad productiva.


Mac Gregor habla de la Teoría X, que presenta la visión de los administradores respecto a sus colaboradores como  entes muy propensos a un egoísmo que genera en ellos inercia y dependencia.

La Teoría Y, del mismo estudioso,  presenta una visión más positiva del hombre, este estaría naturalmente propenso a la actividad y al logro de metas.

Como siguiendo el abecedario, Reddin y Ouchi proponen la Teoría Z, las cuales aclaran que las dos teorías son válidas según el contexto.

La Teoría inmadurez-madurez (Chris Argyris) sostiene que para pasar de lo primero a lo segundo debe haber una serie de incentivos (actividad, independencia, conciencia y control del yo, etc.).

Alderfen, Kleheberg, Patton, Vrom, James March, Herbert Simon, y muchos más presentan más teorías en las que se presenta siempre un hombre insatisfecho, ávido de rédito, apático, etc. por naturaleza y al que hay que suministrar una serie de incentivos para que avance.
Si nos quedamos únicamente con estas teorías nos quedamos con la imagen de un hombre interesado que no se mueve si no hay algo delante que le dé alguna recompensa. Es preciso ampliar la perspectiva para que ante  nuestros ojos se despliegue  una imagen de ser humano más coherente con la riqueza de su ser.

La filosofía busca siempre el quid (=que) de las cosas, su entidad más profunda. Como resultado de esta introspección habla de la persona como un ser en constante movimiento, con una naturaleza entera que debe enterarse, es decir, que debe crecer, porque percibe que  DA PARA MÁS y que esa plusvalía no tiene confines.

Quien no perciba en si esta pulsación de una vida que quiere desplegarse, o es porque su educación no le ha ampliado la visión sobre sí mismo o porque tal vez padezca alguna neurastenia aún no sometida a tratamiento.

En vez de la injusta insatisfacción que se atribuye al ser humano, hablemos de un soplo de vitalidad, de vocación al crecimiento, de un movimiento continuo  que busca ir de menos a más; pero que para darse necesita de un ambiente adecuado, que no se reduzca únicamente a retribuciones, asensos, premios, etc. sino, y sobretodo, al trato respetuoso que es el único que está a la altura de la persona, dada su dignidad de ser libre y racional.

El respeto, la consideración, el trato humano, permiten al hombre ir degustando su grandeza, y si es noble y coherente, responderá a tal percepción con un comportamiento digno de lo que es.

Añadamos esto al tema de la motivación, y ésta nos resultará más clara y completa; así como los logros  mucho más espléndidos tanto a nivel personal, de aula, o de Institución.


La motivacion por raulespert

Aprender a Aprender

Aprender a Aprender





Siguiendo la temática del pensamiento crítico, desarrollado en el artículo anterior, que a su vez era un intento de dar respuesta a cómo enfrentar como docentes la “cultura de la imagen” en la que estamos inmersos. Nos detendremos sobre lo que significa APRENDER A APRENDER.

Antes daremos algunas anotaciones sobre el pensamiento crítico que se añaden a lo ya dicho sobre él.

Decíamos que el uso de éstas o aquellas estrategias que encontremos para desarrollar el pensamiento crítico dependen de la pericia del maestro, mas ahora señalamos también que ellas dependen mucho de la materia que se imparte, del tipo de alumnos a los que se enseña y de una fuerte exigencia tanto de parte del profesor como de parte del alumno.Por otra parte el pensamiento crítico requiere ciertas habilidades, destacamos algunas:

• Antes de emitir un juicio sobre algo buscarán informarse lo más posible sobre ese determinado tema.

• Tendrán una mente abierta para escuchar las distintas opiniones sin aferrarse tercamente a la propia.


• Captará si en el tema que tiene entre manos hay una lógica, es decir una exposición clara y coherente de las ideas.


• Trabajarán ordenadamente, sabiendo ir de lo más importante (esencial) a lo particular.


• Será honesto, sabiendo reconocer los propios errores por un lado y los aciertos del otro. Esta honestidad es fundamental, pues sin ella no habrá estrategia que sirva. En otras palabras en todo momento en el trabajo intelectual se precisa de una buena dosis de humildad.

Hay quien considera que para el desarrollo del pensamiento crítico es fundamental LA PREGUNTA.

Esta debe ser clara y precisa.

Clara: porque hay que formularla de modo que fácilmente se entienda a dónde apunta la cuestión.

Precisa: tocará un punto concreto, fácilmente detectable, y no permitirá ambigüedades.

Hay quien añade a la pregunta otros elementos, tales como:

Conversar: saber transmitir las dudas, opiniones, hipótesis, lo que requiere de una “Educación de la Comunicación”.


Leer: para saber trabajar sobre una materia es necesario conocerla bien y para conocerla bien es preciso captar su contenido mediante una lectura bien hecha.


Escribir: redactar el proceso seguido y las conclusiones adquiridas, en orden y con claridad.


En pocas palabras, el pensador crítico posee:

un pensamiento auto dirigido (piensa por sí solo, posee en sí el deseo de saber)
un pensamiento auto disciplinado (sabe cómo manejar su pensamiento porque lo conoce)
un pensamiento auto correctivo (se trata de la humildad que mencionábamos hace poco, que le lleva a que solo, corrija las preconcepciones que podía tener respecto a un determinado tema).

Aprender a aprender
Todas las pautas dadas anteriormente son posibles gracias a una habilidad fundamental: el Aprender a aprender (o Aprender a conocer, Delors en “La educación encierra un tesoro”).

Frida Díaz Barriga la define del siguiente modo:
“Aprender a aprender implica la capacidad de reflexionar en la forma en que se aprende y actuar en consecuencia, autorregulando el propio proceso de aprendizaje mediante el uso de estrategias flexibles y apropiadas que se transfieren y adaptan a situaciones nuevas”.

El aprender a aprender acompaña al desarrollo del pensamiento crítico.
Se puede hablar del proceso de conocer, pero sólo yo, en primera persona puedo hablar de MI proceso de conocer, y sólo yo sabré aplicar las estrategias adecuadas, correctamente, en el momento justo para lograr juicios propios.
Hablar de juicios propios no es sinónimo de verdades propias, sino de recibir lo transmitido, pasándolo por el tamiz del intelecto, a fin de que percibamos lo bueno, lo carente, lo erróneo, el contexto, lo acertado, etc. de lo que se nos da.

Se trata de ser activos, no para crear verdades sino para abrirnos a ella o para renunciar a nuestros juicios preconcebidos acogiendo los nuevos que se nos presenten, cuya lógica hemos sabido calibrar.

Requiere de una autorreflexión mediante el cual el intelecto se observe a sí mismo, para conocerse y entenderse y saber cómo usarlo adecuadamente. Supone en primer término el ejercicio de la atención, la memoria y el pensamiento.

Desde la infancia el joven debe aprender a concentrar su atención en las cosas, en las personas.

El ejercicio de la memoria, por otro lado, sigue vigente, no ha perdido su valor, pese a que poseemos tecnología que almacena una enorme cantidad de información es preciso continuar con el “aprender de memoria”, pero debe cultivarse la memoria almacenando datos de manera significativa.
El desarrollo del pensamiento debe ir de lo concreto a lo abstracto, de lo que se ve a sacar de ello una idea, un principio, una enseñanza.

Información masiva
Mientras por un lado nos llega cantidad de información, por otra el sujeto está cada vez más desprovisto para asimilarla ya sea por la velocidad con que éstas llegan y se van, ya por la cantidad de las mismas, ya porque el modo en que las recibimos es sobretodo visual.

En este contexto el aprender a aprender es un imperativo, sin el cual no hay educación, pues generalmente el sujeto no está preparado para interactuar con la información que le llega, por estar habituado a recibirla simplemente sin someterla antes a un proceso.

Esto exige de los profesores una mayor dedicación y preparación personal para dar a cada alumno el medio adecuado para trabajar la información que le llega y para sacar de ella conclusiones propias.

La información masiva no hace diferencia entre niños o adultos, entre este joven o aquel. El docente sí debe tratar a cada uno de modo personal.
Cada uno tiene un proceso, cada uno debe conocer su proceso cognitivo y el maestro debe saber adaptarse a él. Sólo los medios de comunicación son considerados medios de comunicación masivos, la educación no es ni debe ser jamás masiva.

Hoy más que nunca la educación debe ser espontáneamente personalizada.



El Bullying: La victima

El Bullying: La victima

 El bullying o acoso es toda clase de maltrato de tipo psicológico, verbal o físico que se da entre escolares, de forma reiterada y por  un largo tiempo.


Las víctimas típicas son alumnos ansiosos e inseguros, además suelen ser cautos, sensibles y tranquilos.  Cuando se sienten atacados normalmente reaccionan llorando y alejándose. Asimismo padecen una baja autoestima  y tienen una opinión negativa de sí mismos y de su situación.  Es frecuente que se consideren fracasados y se sientan estúpidos, avergonzados o faltos de atractivo.
En la escuela están solos y abandonados.
Lo normal es que no tengan ni un solo buen amigo en la clase.
Sin embargo, no muestran  una conducta agresiva ni burlona, y por tanto  el acoso y la  intimidación no se pueden explicar por las provocaciones a que las propias víctimas pudieran someter  a sus compañeros  Del mismo modo estos niños suelen tener una actitud negativa ante la violencia y el uso de medios violentos. Si se trata de chicos lo más probable es que sean más débiles que los otros en general.
Otro es el caso de chicos que padezcan de una debilidad física y sean objeto de burla por ella.
Algunos estudios demuestran que las víctimas son niños que tienen un contacto bastante estrecho con la madre, es decir son sobre  protegidos.
Existe un grupo de víctimas llamadas provocadoras que se caracterizan por una combinación de modelos de ansiedad y de reacción agresiva. Estos alumnos suelen tener problemas de concentración y se comportan de forma que causan irritación  y tensión a su alrededor. Algunos de ellos pueden definirse como hiperactivos. No es raro que su conducta provoque a muchos alumnos de la clase, lo cual se traduce en reacciones negativas en gran parte del grupo, en incluso en todo él. 
D. Olweus, Conductas de acoso y amenaza entre escolares, El Comercio,  2005

Desarrollo intelectual del Educando

EL DESARROLLO INTELECTUAL DEL EDUCANDO 

El crecimiento intelectual del educando se basa en la maduración de la inteligencia y en la adquisición de conocimientos. Tanto lo uno como lo otro tienen diversidad de características en cada momento del desarrollo y a ellas has que atenerse para conseguir la máxima eficacia. Adaptarse en la educación al momento evolutivo del alumno significa:
Buscar un tipo de progreso que sea el correspondiente a su maduración; es decir, que las metas a lograr correspondan  a lo que el organismo necesita en esos momentos y a lo cual se encuentra inclinado.

  • Promover un tipo de actividad acorde a las necesidades del organismo del niño, que unas veces serán perceptuales o de acción, y otras abstractas y de elaboración puramente teórica.
  • Tener la actitud de enseñar justo lo que corresponde, sin atender a solicitudes exteriores extrañas al desarrollo.

El desarrollo de la inteligencia, su maduración, se logra con un equilibrio en aquellos aspectos para los que el niño ya está preparado, con el dominio de la realidad concreta que él puede asimilar.

Desarrollo del niño significa dominar más al mundo (conocerlo cada vez mejor) y conocerse a sí mismo. Se trata pues de que en la forma adecuada y en su momento, se le estimule para ir más allá en el ejercicio de sus facultades y en la extensión de su saber. Sin una clara exigencia en ambas direcciones el alumno no progresa intelectualmente con la velocidad debida.

De acuerdo a esto, lo primero que el profesor debe conocer en su aula es el grado evolutivo de las inteligencias de sus alumnos, tanto en el aspecto teórico como práctico y junto a ello el grado de conocimientos que poseen.

Sólo a partir de ahí podrá saber qué objetivos debe proponerse y cuál será el mejor modo de alcanzarlos: la realidad del estado en que se encuentre (etapa del desarrollo), así como los pasos imprescindibles para llegar a los objetivos, hay que aceptarlos sin ningún tipo de razonamientos que alejen de la realidad y que engañen con atajos sobre los que no se puede construir con solidez.

La educación no debe nunca quemar etapas, respetar éstas es indispensable, para lograr un saber seguro, tranquilo y ameno.